El uso de setos es apropiado para distribuir las zonas del jardín, como barrera visual o acústica. En la historia de la jardinería, el arte topiario ha sido muy recurrente desde los jardines de la Roma imperial a su auge en la obra francesa de Versalles.
A día de hoy se pueden encontrar muchos jardines con arte topiario, sin embargo, no todas las especies son adecuadas para formar estos setos moldeados a voluntad del jardinero.
Especies para la poda
El uso de especies en topiaria es abundante dependiendo de la zona, el clima, el lugar o la forma que deseamos obtener. Sin embargo todas tienen algo en común, son especies que soportan muy bien la poda. Por lo general las especies que mejor se adaptan a la poda topiaria son aquellas que posean hojas pequeñas y tengan un porte compacto.
Dentro de las más comunes encontramos setos de: ciprés (Cupressus sempervirens), boj (Buxus sempervirens), Prunus laurocerasus, Cupressocyparis leylandii, Ligustrum, arizónicas (Cupressus arizonica), romero (Rosmarinus officinalis) e incluso hiedras (Hedera helix), entre otros.
Es muy fácil podar un seto con las herramientas adecuadas como un recortasetos o unas tijeras especiales, pero estas requieren de más esfuerzo y dedicación.
En cuanto a las formas, existen diversas técnicas y trucos. Si por ejemplo queremos obtener una figura de un animal, lo más práctico es crear o adquirir un molde para poder realizar dicha creación. Para formas redondeadas, cuadradas o rectangulares pueden servir unas cuerdas o tablas debidamente fijadas para guiar las formas.
En el arte de la topiaria cuenta mucho la destreza, la habilidad y la imaginación del jardinero. No hay que olvidar que una obra de jardinería topiaria bien mantenida puede permanecer viva durante décadas.
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