Más allá de su aspecto puramente económico, el uso de lentes de contacto dilatando el tiempo recomendado, haciendo un uso indebido, presenta un gran riesgo para nuestra salud ocular ya que incrementa la posibilidad de padecer ojo rojo agudo o sintomatología por lente cerrada.
Los síntomas más recurrentes son dolor ocular, acompañado de enrojecimiento, lagrimeo, mala visión, molestias por la luz al levantarse cada mañana, escozor y dificultades para llevar las lentes en uso normal.
Normalmente esto es debido a un episodio de inflamación corneal aguda, que puede dar paso a queratitis y neovascularización corneal.
Cuando el ojo está abierto, recibe gran parte del aporte de oxígeno directamente de la atmósfera. Cuando el ojo está cerrado el oxígeno llega a la superficie anterior de la córnea mediante la difusión desde la conjuntiva palpebral superior y en menor parte de los vasos sanguíneos.
Las lentes de contacto, al estar en contacto con la córnea, reducen la cantidad de oxígeno que llega a su superficie anterior. Dependiendo del material de las lentes, unas necesitan más aporte de oxígeno, y por tanto de agua, que otras. Por lo tanto unas “robarán” más lágrima que otras, y como consecuencia impedirán en mayor medida el aporte de oxígeno a la córnea.
El movimiento de las lentes, la permeabilidad al oxígeno, el grosor y el tiempo de uso, influyen directamente en el paso de oxígeno. Si además la lente se ha ido deteriorando por un uso excesivo, se cierra, (se curva hacia adentro), y pierde propiedades de permeabilidad, transparencia y dureza, la consecuencia es que se está llevando a la córnea a unos límites de salubridad importantes, que con el paso del tiempo derivarán en una posible patología, que incluso puede impedir el uso de lentes de contacto por largos periodos de tiempo, o indefinidamente.
Los trastornos visuales no son menores y pueden pasar por inflamación, queratitis, úlceras corneales, neovascularización, leucomas,… En casos severos el tratamiento podría llegar a la suspensión de las lentes de contacto, la utilización de antiinflamatorios dependiendo del impedimento visual, las lesiones que presente, la incomodidad y la severidad de la inflamación. Incluso podría afectar permanentemente a la agudeza visual.
Confíe en su contactólogo, siga escrupulosamente las instrucciones de uso y mantenimiento de sus lentillas. Y no alargue nunca el uso de sus lentes de contacto. Evitará muchos episodios desagradables.
Fernando Prieto
Óptico optometrista
Anfer Óptica
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