Sonando: Una noche sin ti (Burning)
Apuro los últimos sorbos de una infusión que sabe a jengibre y a canela. Ahora me ha dado por las infusiones, hay que ver. Siempre miré a “esas personas” disfrutar de sus tazas de té humeantes como si fueran bichos raros, y resulta que ahora yo soy una de ellos. En fin. La clave está en probar cosas nuevas, desde luego. Nunca se sabe lo que te va a acabar gustando. El jengibre pica en la garganta al tragar, por cierto. Pero mola.
Estaba pensando en cuando uno va a una fiesta de esas que prometen. Te pasas no sé cuánto tiempo preparando… Eligiendo, minuciosamente, vestuario, peinado, maquillaje, zapatos, complementos. Emoción. Ganas. Nervios. Voy a
pasármelo bien, que dirían los Hombres G.
El caso es que, por fin, la fiesta da comienzo. El tiempo se para, o se dispara, no se sabe muy bien. A horas lo uno, a segundos lo otro. Saludas a gente, bebes, ríes, cantas, bailas, charlas. De repente todo es un huracán de gente, bebida, risas, canciones, bailes y charlas. Y al momento siguiente preguntas la hora y te contesta el final, anunciando su llegada. ¡Maldición! ¡No puede ser! ¡Detengan los relojes!
Entonces, la nostalgia. Esa sensación de desazón, de querer aferrarse al presente; de frustración porque no eres capaz de retener el momento y se te escapa entre los dedos. Cenicienta, sin duda, debió de sentir eso…
A la nostalgia le sigue la compasión, la conciencia, la recomposición de uno mismo. Vale, está bien, la fiesta ha terminado, pero la hemos exprimido. Le hemos sacado todo el jugo y nos quedamos con ello. Para siempre.
Cada año asistimos a una de estas fiestas. Cada año nos preparamos, con ilusión; experimentamos, reímos, lloramos, descubrimos, perdemos, ganamos. Y sentimos nostalgia. De todo lo que ya no es, de todo lo que no está, y del poco tiempo que nos queda para que todavía siga siendo. Pero este nuevo año, será tal, y haremos algo nuevo.
Llegaremos más lejos de lo que teníamos pensado, y nos sorprenderemos.
Gritaremos más alto de lo que se nos permite. Nos escucharán, y también escucharemos.
Trabajaremos más duro, si cabe. Las metas dependen de la actitud, la dedicación y el esfuerzo. Seremos más amor, bondad, gratitud, respeto. A cambio, obtendremos más amor, más bondad, mayor gratitud y respeto.
Pensaremos, meditaremos, tendremos inquietudes y nos preguntaremos. Aprenderemos, crearemos una mejor versión de nosotros mismos, batiremos las alas y volaremos.
Comienza 2019. El año que nos verá (re)nacer.
Pronto más regaliz para dos, amigos.
URBAN Style signature: Leticia San Andrés
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