Según la Real Academia de la Lengua Española, reforma es “aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo”, y reformar es “modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo”.
Cuando la mayoría de nosotros nos planteamos reformar algo es con la intención de mejorarlo, en virtud de la calidad, del uso o función a que lo queramos destinar, o de la estética. Por tanto, lo primero que nos planteamos en la reforma de una vivienda o local es qué queremos modificar, qué funciones necesitamos que cumpla y qué aspecto queremos. Todo ello parte de una necesidad funcional, estética o de calidad.
Una vez que tenemos esto claro, buscamos a un profesional que nos va a asesorar sobre las opciones que presenta el espacio, va adecuar el espacio para que cumpla la función necesaria y va a mejorar el aspecto estético-visual del mismo. En lo referente a la calidad, esta dependerá de los tipos de materias que usemos.
Lo primero será reunirnos con el diseñador de interiores y comentarle todas las inquietudes que nos surjan respecto a nuestro espacio, cómo creemos que se puede abordar y presentarle nuestro presupuesto aproximado.
Toda información es valiosa para el Diseñador, pues la va a transformar y dar forma en ese espacio. Nos presentará un anteproyecto con varias ideas e iremos definiendo con él qué es lo que más nos gusta ya que él siempre va a cubrir nuestras necesidades en lo que le propongamos. Una vez escogida una idea, esta se desarrolla y enriquece hasta completar todos nuestros requisitos. Podemos contratar los servicios del mismo diseñador para ejecutar la obra, ya que poder coordinar a todos los oficios para que quede como se ha proyectado es un trabajo arduo, pesado y costoso, con lo cual, ¿quién mejor que quien nos ha complacido con sus ideas y conoce técnicamente hasta el último detalle?
Antes de ejecutar la reforma habrá que pedir los permisos pertinentes y las licencias requeridas por el Ayuntamiento y visar el proyecto según su envergadura.
Después de obtener el visto bueno por parte del Ayuntamiento y pagado los impuestos que nos soliciten, podemos ponernos al fin manos a la obra. Lo siguiente es tener paciencia, pues merece la pena ver la mejora con la que hemos soñado.
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