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Por qué no funciona

Sonando: Goodnight Moon (Shivaree)

Comencemos por el final: se acabó. Fin. Tu historia ha terminado.

Traguemos saliva. Se haga el silencio, por favor, que las cabezas silenciosas son más productivas.

Bien. Ahora que no nos oye nadie, que se hizo por fin el silencio, pensemos, analicemos, meditemos. Con nosotros mismos. Sí, en efecto. Tienes un YO que te escucha, que te sufre, te disfruta, que te empuja hacia adelante y que también te mata. Y ahora que recibes toda tu atención, puedes decirte a ti mismo que aquello era cuestión de tiempo. Tiempo. Esa fracción de segundos, minutos, horas, días, semanas, meses e incluso la friolera de años, que se fueron, que pasaron y que no volverán; y lo sabías, tú lo sabías, que el autoengaño ciega pero la realidad abruma, que te empeñabas en invertir tiempo pero inversión y malgasto se diferencian en el cariz de las consecuencias, de lo que aporta, de lo que queda haciendo balance. Y lo que queda, después de malgastar, es nada.

Repasemos los momentos vividos. ¿Hasta cuándo mereció la pena? No solo a ti, sino a aquello que pretendíais construir, a los dos. Y… ¿a partir de cuándo dejó de hacerlo? ¿Dónde está el punto de inflexión? ¿Cuál es el excedente? Y si te atreves, responde: ¿Por qué ese empeño en continuar, a sabiendas de que caminabas hacia un pozo sin fondo? Vamos a plantearnos qué es lo que más escuece cuando uno se dirige ineludiblemente hacia el ocaso: ¿el orgullo herido, por el intento fallido?; ¿la frustración de vivir una historia sin sustancia? o ¿quizá ese miedo a estar solo que atormenta la existencia del ser humano?

Y quitémosle hierro al asunto. No funciona porque tus pupilas dejaron de dilatarse cuando pasaba delante de ti. Porque su olor ya no es el aire que respiras. Porque un roce suyo ya no te eriza la piel, porque los únicos roces que existen entre vosotros son verbales. Porque ya no oyes su voz ni escuchas sus palabras. Porque los besos son insípidos, porque la sal de la vida es más sosa que nunca. Porque una cama para dos nunca fue tan grande, porque nunca hizo tanto frío haciendo afuera tanto calor. Los planes de dos ya no apetecen porque ya no sois dos, sino uno más uno. Porque te niegas a adaptar más rasgos de tu personalidad a la suya, y viceversa. Porque no te sientes tú; porque si no está, la casa no se siente vacía. Ni el alma tampoco.

Ahora que suena el silencio y que por fin hablas contigo, sé sensato. No te tortures más. La vida es menos vida desde hace tiempo, el tiempo no soluciona tu historia. Tu historia está llena de respuestas. Y por más que te empeñes, no funciona.

Pronto más regaliz para dos, amigos.

URBAN Style signature: Leticia San Andrés

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