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La mayoría de los profesionales hemos oído aquello de “tengo un primo que me va a tirar un tabique de aquí para levantarlo allá”, “mi vecino me va a hacer la instalación eléctrica del nuevo local” o “mi cuñado me va a pintar el techo del salón como la Capilla Sixtina”.
En absoluto dudamos de las cualidades y talentos de los familiares de aquellos “clientes” que nos vienen a consultar sobre un proyecto. Pero, si no se conjugan los oficios y hay un proceso de diseño, el resultado será uno más.
Un profesional siempre va a ofrecer, asesoramiento, diseño, originalidad, información y cumplimentación de normativas, accesibilidad, y satisfacción de necesidades. El resultado será como mínimo el esperado, pero siempre habrá un plus para revalorizar la idea inicial. Y, como nadie vive del aire, es normal que esto tenga un coste.
Muchas veces no se tiene en cuenta que el creativo invierte tiempo en el proceso de diseño. Pues bien, como dijo Picasso: “Que la inspiración me llegue trabajando”. Con ello quiero decir que, para que un proyecto salga bien, sea atractivo y se diferencie, hay que pasar muchas horas investigando, bocetando, trabajando, discutiendo y comparando. Es fácil distinguir cuando un local o una vivienda tienen algo que los hace atractivos, diferentes y con gusto, aunque no sepamos exactamente qué es lo que lo hace.
No es lo mismo, oír “está bien” o “es bonito”, que oír “¡¡¡Wow!!!”. Esa es la diferencia: “Wow”. Eso implica, que la idea es muy buena, que el material es el apropiado, que el color está coordinado, que la iluminación es la correcta y la ejecución perfecta.
Incluso en las cosas que no nos gustan, esto se puede reconocer. Puede que veamos algo que no esté en nuestra onda pero, que nos llame la atención por su genialidad, es realmente donde se reconoce al creativo.
Así pues, aunque vuestros primos, vecinos y cuñados merecen todo nuestro respeto y admiración, la opción de contratar a un equipo profesional siempre dotará a vuestro proyecto de una homogeneidad, seriedad, precisión y unidad de criterio que vuestro primo, vecino o cuñado, después de una cerveza y un bote de aceitunas con anchoa tendrá más complicado reflejar.
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