Oír simplemente depende del estado físico de nuestro sistema auditivo. Oímos las 24 horas del día, incluso cuando dormimos percibimos sonidos, el agua goteando, el ascensor subiendo, el sonido del reloj, el tráfico, conversaciones… Sería la captación de estímulos sonoros por el oído humano para ser archivados e interpretados por el cerebro.
Escuchar implica, sin embargo, un esfuerzo de atención a lo que se oye. Podemos elegir si escuchamos o no. Si los sonidos no nos interesan, estamos cansados, nerviosos, despistados tendemos a dejar de escucharlos. Resumiendo es prestar atención voluntaria hacia la fuente sonora.
Ahora bien, una persona con pérdida auditiva, necesitará más concentración y esfuerzo para entender, entre otras cosas porque oye menos. Al principio de la adaptación a unos nuevos audífonos, el escuchar puede resultar fatigoso ya que implica habilidad para concentrarnos, lo que requiere un mayor gasto energético.
Necesitamos separar los sonidos menos importantes, sonidos sin significado y concentrarnos en los importantes, los sonidos con sentido, es un proceso natural que a cada persona le llevará un periodo de tiempo distinto.
Comprender es la relación entre el oír y el escuchar. Es la capacidad de asimilar la información sonora, procesarla y entenderla. Es entender el significado o contenido del mensaje recibido.
Nuestro cerebro realiza un proceso de selección primero distinguiendo del mensaje lo útil, separando “ruido” y “conversación”. En personas con pérdida de audición esa habilidad se pierde y los audífonos tratan de devolver esas capacidades previa readaptación y reeducación auditiva. Todo ello dependerá de la función de la naturaleza y la gravedad de la pérdida auditiva y de la motivación individual para el uso de los nuevos audífonos.
La práctica, el tiempo y el escuchar esos nuevos sonidos de nuevo nos ayudaran a entender mejor y a desenvolvernos en un mundo pleno de sonidos, a los que nuestro cerebro ya estaba acostumbrado a oír, pero debido a la falta de audición los teníamos olvidados.
La mayoría de la personas con pérdida auditiva refieren que oyen bien, pero no entienden. Su entorno opina de ellos que no prestan atención, que no les escuchan. Por otro lado, los pacientes creen que no oyen porque hablan bajo para que ellos no se enteren o porque hablan algo de ellos, convirtiéndose en un problema para nuestra vida social, laboral y familiar.
Reconocer, diagnosticar y poder compensar esa pérdida física sensorial, restaurando la audición de la forma más confortable, nos proporcionará una enorme satisfacción, y la posibilidad de volver a relacionarnos con nuestro entorno de una forma más sencilla.
Recuerde que siempre debe dejarse aconsejar por personal titulado. Confíe en su Técnico Superior en Audiología Protésica.
Fernando Prieto
Óptico optometrista
Anfer Óptica
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