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Nociones básicas sobre conjuntivitis alérgica

Se produce por una inflamación de la conjuntiva, que es la superficie que recubre el globo ocular y los párpados, debido a una reacción provocada por un alérgeno.

Puede aparecer en conjunción con otras patologías alérgicas como eczema, asma, rinitis, etc., y afecta, en mayor o menor medida, aproximadamente a una de cada cuatro personas.

Las causas más comunes de conjuntivitis alérgica en España son: el polen, (gramíneas, olivo…), los hongos, los cosméticos, el pelo de los animales de compañía, los ácaros del polvo y los antibióticos.

La reacción alérgica se desencadena por una exposición al alérgeno, que es detectado por nuestro sistema inmune y provoca una cadena de procesos inflamatorios, que activan ciertas células específicas. Estas células liberan sustancias como Ia inmuno globulina E y la histamina, responsables de la aparición de los síntomas típicos de la conjuntivitis alérgica.

La conjuntivitis puede desarrollarse solo en un periodo de tiempo, entonces la llamamos estacional, o todo el año y se denomina perenne.
Normalmente afecta a los dos ojos simultáneamente y suele presentar los siguientes síntomas: picor, enrojecimiento ocular, lagrimeo, legaña acuosa o filamentosa, hinchazón de los párpados, molestias a la luz, sensación de arenilla o cuerpo extraño…

Durante la crisis alérgica no deben utilizarse lentes de contacto, perfumes, o maquillajes porque pueden agravar los síntomas. Además, debemos incrementar la higiene ocular, lavando los ojos con suero fisiológico o productos específicos.

Los fármacos más habituales en los tratamientos para la conjuntivitis alérgica son los que actúan reduciendo los niveles de histamina y la actividad de degranulación de los mastocitos.

El alivio y el tratamiento de los síntomas provocados por la conjuntivitis alérgica pasan por aplicar unas lágrimas artificiales para combatir la sequedad y lubricar la superficie ocular, poner compresas frías para intentar reducir la inflamación de los párpados, el uso de antihistamínicos orales, (últimamente estos medicamentos no requieren receta médica, pero ¡ojo!) Pueden incrementar la sequedad ocular). Y si estos tratamientos no alivian la sintomatología, se aplicarían tratamientos bajo la supervisión del oftalmólogo, como el uso de antiinflamatorios o antihistamínicos específicos en colirio, o aplicación de antiinflamatorios esteroideos oftálmicos.

Consejo: Es importante no automedicarse y acudir a un especialista cuando se presente un síntoma de este tipo, para comprobar si existen lesiones asociadas, corneales o conjuntivales que acompañen a esta patología. Intente evitar los remedios “caseros” y visite a su especialista de confianza si presenta molestias oculares de este u otro tipo.

 

Fernando Prieto
Óptico optometrista en Anfer Óptica

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