La pérdida auditiva se desarrolla de manera gradual y es casi imperceptible. De la misma forma que con la edad perdemos nitidez en la visión, perdemos capacidad auditiva. Pero al contrario que en otras anomalías de los sentidos, la reducción de la audición no se percibe de forma instantánea por lo que puede pasar desapercibida durante muchos años.
Básicamente la transmisión del sonido circula desde el oído externo, que recoge las ondas sonoras y las encauza mediante el canal auditivo, pasando al oído medio a través del tímpano, que con su vibración dispara un rápido movimiento de tres pequeños huesecillos, mediante este proceso, se intensifica el sonido. Ya en el oído interno las ondas sonoras logran que el fluido que hay dentro de la cóclea se mueva de manera similar a una onda. Como resultado, miles de células se activan generando señales eléctricas. Por medio del nervio acústico, estas señales viajan al cerebro, donde son reconocidas como sonidos.
Síntomas y señales
Los síntomas y las señales de la pérdida auditiva no solo son muy sutiles, sino que también son múltiples y con frecuencia varían de persona a persona. Las razones que deben alertarnos de una pérdida auditiva son variadas y pueden ser, por ejemplo, pedir que nos repitan las frases con mayor frecuencia de lo habitual; aumentar el volumen de la radio o la televisión desmesuradamente; tener la impresión de que todos murmullan; tener dificultad para comprender ciertas voces, especialmente las de niños o mujeres; esforzarse para seguir las conversaciones; y cansarse debido al esfuerzo extra que debe hacer para escuchar, llegando incluso a evitar reuniones sociales y perder interés en actividades que antes disfrutaba.
La severidad de un problema auditivo depende de lo fuerte que debe ser un sonido para que una persona lo pueda escuchar. Los grados de las pérdidas auditivas se clasifican en leve, moderada, severa o profunda, dependiendo de esta necesidad de volumen que debemos aplicar para intentar restaurar la audición. Pero el problema se agrava con la dificultad para entender.
Debemos distinguir entre oír y entender, volver a oír es relativamente fácil en las pérdidas auditivas comunes, solo es necesario aplicar más volumen a los sonidos. Sin embargo, entender es otra cosa, depende de la capacidad y respuesta de nuestro oído. Y esto no siempre es posible si las células auditivas están muy deterioradas. Por eso no todos los audífonos sirven para todas las personas, cada persona necesita su solución auditiva.
Consejo: ¡Proteja su audición! Una larga exposición a ruidos fuertes y excesivos puede dañar las pequeñas células ciliadas en el oído interno y tener como resultado una pérdida auditiva inducida por ruidos.
Autor: Antonio García, Óptico optometrista.
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