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La flamante ganadora de Mastechef Celebrity hace balance de lo que ha supuesto para ella su participación en este concurso. Y si tiene algo claro, es que, pese a los momentos difíciles, que los ha habido, la experiencia no ha podido ser más positiva.
Al margen del cambio físico que ha experimentado, el paso de Tamara Falcó por Mastechef Celebrity ha supuesto un antes y un después en su vida. Y es que gracias a su capacidad de esfuerzo y sacrificio, a su gran compañerismo y a su espontaneidad, la hija de Isabel Preysler ha conseguido deshacerse de la etiqueta de niña pija, demostrando que los prejuicios a veces nos juegan malas pasadas.
Tamara, gracias a este concurso mucha gente ha cambiado el concepto que tenía de ti.
Sí, he visto en redes sociales los comentarios. La verdad es que siempre he vivido en el ojo público y siempre he tenido que ir en contra de esos prejuicios. Trato de que no me influya, porque si no te vuelves un poco loca. Solo me importa lo que piensen de mí mis amigos y mi familia.
Ahora que ya ha pasado todo. ¿Qué le dirías a todos aquellos que no apostaban nada por ti?
Les entiendo (risas). Pero eso precisamente es lo bonito de la vida, que te va sorprendiendo. Cuando entré, en mi casa todos estábamos de acuerdo en que no iba a ganar.
Cuando te propusieron participar en el concurso, ¿de verdad no se te pasó por la cabeza que podrías ser la ganadora?
Jamás lo pensé. Para mí ha sido un reto, el mayor de mi vida, y la verdad que me lo tomé muy en serio.
Tanto que estuviste preparándote con cocineros profesionales
Yo firmé el contrato solo dos semanas antes de entrar. Hasta entonces, no sabía si iba a entrar y cuando lo supe, Paco Roncero me acogió en sus cocinas, pero no me dio mucho tiempo a aprender porque al final necesitas tener una base fuerte de cocina para después tener las técnicas.
¿Y no te daba vértigo el reto?
Yo pensaba que estaba todo un poquito más “tocado”. Pensaba que iba a ser más fácil. En el primer cocinado vi el nivel de mis compañeros y dije “hay que tomárselo en serio”.
¿Pensaste alguna vez en tirar la toalla?
No. Detrás hay un equipo trabajando, al que respeto mucho, y no te puedes ir.
Ahora que hemos visto tus dotes gastronómicas ¿Te planteas algún proyecto ligado a este mundillo?
Mi padre siempre me ha intentado meter en la gastronomía, pero yo lo había dejado a un lado por la moda. Yo respeto muchísimo el mundo de la hostelería y a la hora de abrir un restaurante, por ejemplo, se requiere una experiencia que yo no tengo. Un programa de cocina en el que pudiera aprender, sí que me gustaría.
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