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El kiosko de la Concordia cumple 100 años

Tarleta postal, c. 1970
Tarjeta postal, 1970.

Guadalajara tiene un corazón verde en el que residen sentimientos de afecto de muchos de sus habitantes. Pero este músculo vital está añoso, no en vano tiene más de siglo y medio de existencia, y necesita, además del cuidado de todos, de un buen especialista que acierte con el diagnóstico y con el tratamiento más adecuado, que ponga remedio a la desforestación que está padeciendo y detenga la edificación de voluminosos pabellones.

La Concordia fue inaugurada en 1854 gracias al buen criterio de una tríada de personajes –el gobernador José María Jáudenes, el alcalde Francisco Corrido y el ingeniero Ángel Rodríguez de Quijano– que antepusieron el interés general al particular, y que dejaron a un lado los ideales de la política banderiza para crear un lugar de encuentro donde se materializase la concordia que garantizaban los valores democráticos.

El protagonismo que alcanzó desde los momentos germinales será motivo para que las sucesivas corporaciones municipales mejoraran e incrementaran sus servicios. En 1914, tras superar algunas dificultades, se concluía la erección del muro de la Carrera, y, en ese mismo año, se planeaba levantar un kiosco permanente para las orquestas de música que amenizaban las veladas de la Concordia. Esta idea se materializó por el empeño de Román García, director de la Banda Provincial, quien en mayo de 1915 solicitó al Ayuntamiento su construcción “con el fin de que los conciertos resulten más lucidos y el público pueda percibir mejor los acordes de la citada Banda desde todos los ámbitos del Paseo.”. Un par de meses después, Francisco Checa, arquitecto municipal, presentaba el Proyecto de Kiosco de Música. El lugar elegido para su emplazamiento fue el centro del salón, pero adosado al paseo elíptico interior más alejado de la Carrera, una decisión criticada en la prensa local. A pesar de todo, el templete entró en funcionamiento en 1916, tal y como se lee en la pequeña cartela que tiene empotrada.

Plano Checa, 1915    Tarjeta postal, c. 1940

Formalmente responde al modelo y a los materiales prefabricados que caracterizan a estas construcciones: un ligero baldaquino compuesto por zócalo, escena y cubierta. De todos ellos, será éste último el elemento más representativo. Aquí, sobre los faldones de chapa, Checa proyectó un artístico remate, que, durante las obras, se transformó en una estructura de mayor filigrana y elevadas agujas, otorgándole así una inconfundible silueta.

La Concordia es un amplísimo y singular paseo, inusual y sorprendente para la época en que fue concebido, y su kiosco de música un argumento más para considerar a todo el conjunto como uno de los jardines históricos más sobresalientes de nuestra región.

Tarjeta Postal, c. 1920
Tarjeta postal 1920.

www.pedrojosepradillo.com

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