Si bien muchas veces confundimos los síntomas con la depresión postvacacional, se trata de una realidad mucho más compleja para la que existe una explicación científica.

Cansancio, falta de energía y de concentración, sueño, apatía, desánimo, tristeza… son algunos de los signos que están detrás de la astenia otoñal. Pero ¿qué lo provoca?
La gran responsable de esta alteración es la melatonina. Dicha hormona influye en el sueño, la energía, la regulación de hambre y la temperatura del cuerpo. Cuando anochece esta glándula reacciona a los bajos niveles de luz y comienza a producirse en mayor cantidad. Así, al acortarse las horas de sol nuestro cuerpo produce más melatonina, lo que hace que nos sintamos más somnolientos. Además, ese incremento de melatonina genera un descenso de otra hormona llamada serotonina, conocida también como la hormona de la felicidad, lo que hace que nos sentimos más tristes y decaídos.
Si bien la astenia otoñal es un estado pasajero que no revierte gravedad, podemos engañar al cuerpo ingiriendo alimentos ricos en triptófano, un aminoácido precursor de la serotonina. Existen muchos alimentos ricos en triptófano. Así, podemos encontrarlo en:
– La carne (especialmente pavo y pollo) y el pescado azul (salmón, atún…)
– Huevos
– Lácteos
– Frutas como el plátano, la piña, el aguacate y la ciruela.
– Verduras como berros, espinacas, remolacha, zanahoria, apio, alfalfa, brócoli, dátiles.
– Frutos secos (almendras, nueces, pistachos, anacardos…)
– Legumbres
– Levadura de cerveza
– Chocolate negro
– Cereales, mejor integrales, ya que aumentan la secreción de insulina que favorece la transformación de triptófano en serotonina.
– Semillas (sésamo, calabaza, girasol)