Las estadísticas indican que el 25% de los conductores padece alguna deficiencia visual, de los cuales, la mitad no revisa su visión cada año. Y se trata de un dato significativo puesto que el 90% de las decisiones al volante dependen de la visión.
Mantener una buena calidad visual es fundamental para reforzar la capacidad de respuesta al volante y evitar posibles accidentes en carretera. Además, durante la conducción existen factores visuales que resultan imprescindibles, como la agudeza y un buen campo visual, la resistencia al deslumbramiento y la adaptación de los ojos a la oscuridad.
Por esta razón, los ópticos-optometristas aconsejamos utilizar gafas de sol homologadas, que ayudarán a evitar problemas como la fatiga visual y los deslumbramientos ya que incrementan la sensibilidad al contraste y reducen el tiempo de adaptación a cambios bruscos de luz, ofreciendo mayor seguridad a la hora de conducir.
Otro factor que aumenta el riesgo de sufrir accidentes es la noche. La agudeza visual en visión nocturna se reduce un 70%, mientras que el sentido de la profundidad es siete veces menos eficaz a estas horas. Ante esto, resulta conveniente vigilar con atención la capacidad del sistema visual, que se deteriora con el paso de los años.
Asimismo, la velocidad también tiene un papel importante en la conducción porque, a medida que aumenta, el ángulo de visibilidad de las personas disminuye.
Otro dato preocupante es que uno de cada cuatro españoles de entre 18 y 30 años nunca se ha realizado un examen visual, ni siquiera antes de ponerse al volante. Esto supone que cerca de cinco millones de jóvenes de esta franja de edad circulan por carretera sin saber si sufren cualquier deficiencia visual que deba ser compensada para poder conducir de forma más segura.
Esto implica un importante peligro para la seguridad vial, ya que conducir es una acción que, si no se realiza en plenas facultades, puede poner en riesgo la vida del conductor y de otras personas, por lo que resulta fundamental encontrarse en perfectas condiciones físicas y psicológicas.
Por todas estas razones es fundamental revisar nuestra visión al menos una vez al año. Así mismo será necesario realizar una revisión inmediata en el momento de sufrir síntomas como dificultad en la visión nítida en la distancia lejana o desenfoque de la escena, lo cual suele producirse con baja luminosidad, donde la percepción del color no existe o decrece y se reduce el campo visual, dando lugar a un fenómeno que se conoce como miopía nocturna.
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