Hoy es uno de los destinos más atractivos y económicos en el Mediterráneo. Saladino, que dominó media Europa, no pudo con los Caballeros de San Juan en Malta. Hitler tampoco lo consiguió 400 años después. Este pedazo de tierra codiciado por medio mundo, es el objetivo de miles de viajeros tranquilos.
El 1 de noviembre, día de Todos los Santos, los habitantes de la pequeña isla de Malta estaban obligados a pagar el impuesto anual que el emperador Carlos V había pedido a los Caballeros de San Juan de Jerusalén como pago por cederles el uso del archipiélago para establecer su Orden en marzo de 1530. El impuesto no era caro pero estaba rodeado de simbolismo: un halcón maltés, un ave que abundaba en las islas ya que eran una escala perfecta en sus migraciones.
Pero los halcones no han sido los únicos que han encontrado perfecta la situación de Malta, a mitad de camino entre oriente y occidente, entre Europa y África, en medio de Mediterráneo. Esa envidiable posición ha sido la causa de su dramática historia, y también de muchas de sus glorias. Fenicios, griegos, cartagineses, romanos, árabes y normandos la codiciaron en tiempos antiguos. Españoles, franceses, británicos, alemanes e italianos en los últimos siglos. La árida y pequeña isla, de apenas 27 kilómetros de largo por 14 de ancho, que ya fue habitada en la Edad de Piedra y que todavía exhibe orgullosa los templos primitivos más antiguos del mundo, del 3800 a.C., anteriores a las pirámides, refleja hoy en su arquitectura, su estilo de vida, su habla y sus gentes ese permanente paso de los imperios.
El mejor ejemplo para comprobarlo es la capital, La Valeta, un modelo admirable de ciudad fortificada y nobiliaria, con espléndidos ejemplos barrocos pero que también tiene un cierto aire árabe debido al color amarillento de su piedra caliza. La ciudad fue diseñada por el Gran Maestre Jean de La Vallette, que le dio nombre, tras resistir el asedio de Saladino y los suyos en 1565 y es la primera que se construyó en Europa siguiendo las pautas de un plano bosquejado previamente, incluyendo alcantarillado, drenaje de las aguas, estructuras simétricas e iluminación por antorchas en las esquinas, siempre de la mano de una figura religiosa.
Una iglesia por cada día del año
Y es que la religión también pesa mucho en esta ciudad. El fervor que implantó San Pablo cuando llegó a la isla como náufrago en el año 60, cuando iba como prisionero camino de Roma, y, sobre todo, la presencia de los Caballeros de San Juan, durante más de 300 años, han marcado el carácter religioso de la isla y de sus habitantes. Se dice que hay tantas iglesias como días en el año y algunas de ellas son magníficos ejemplos arquitectónicos, como la catedral de San Juan, que alberga varios fantásticos Caravaggio, sobre todo el célebre “La decapitación de San Juan Bautista” y una decoración deslumbrante, o las iglesias de los carmelitas, de Santa Bárbara o de Porto Salvo. Hay para elegir, porque si hay algo de lo que Malta pueda presumir es del número de iglesias. Más de 300, algunos dicen que hay 365 entre Malta y Gozo, tantas como días en el año, casi todas de los siglos XVII y XVIII.
Pero además, de norte a sur, de este a oeste, los 246 kilómetros cuadrados de Malta esconden tesoros arqueológicos, aguas en las que perderse buceando, fortificaciones para viajar a otros siglos, playas de original belleza, escenarios naturales de cuento… Los pueblos se juntan en el horizonte, como un todo.
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